Este tercer episodio ha conseguido que mantenga el interés durante todo el capítulo, cosa que no consiguió el segundo por mucho que la primera mitad de éste no haya sido más que una comedia, en la que se asiste a un pase de caras raras de Utao. En la segunda mitad, en cambio, la cosa se pone seria. Ésta parece que será la mecánica que seguirá la serie, ya que los capítulos anteriores han seguido un patrón parecido.
En este episodio nos presentan a dos nuevos personajes, Kouchirou y Kirio, ambos procedentes del pueblo de Utao y dueños de un kakashi, que han sido enviados a la ciudad para acabar con Aki, quien vuelve a reunirse con Ryohei. Mantienen una conversación que acaba siendo interrumpida por Kouchirou, al que Aki parece considerar como un enemigo al que evitar. Kirio, por otro lado, provoca un accidente de trafico para probar a Utao, con quien parece tener un cierto parecido, aunque en versión masculina.
En este capítulo aparece dos veces el flashback en el que Aki y Ryohei están rodeados de cadáveres descuartizados. Al igual que en los episodios anteriores, se vuelve a añadir un nuevo matiz, en este caso uno que me hace pensar que no fue realmente Aki el culpable de aquello, al menos directamente.
La animación por ahora se mantiene al mismo nivel de los dos capítulos anteriores y he de decir que me encanta el coloreado del que hace gala a veces la serie. Por desgracia, algo que alabé con anterioridad me comienza a parecer algo molesto, el sonido que emiten los kakashi.